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 Hola, mi nombre es Gloria Aguilar, yo vine a los pies de mi Señor Jesucristo en el mes de Enero del 1984. María, mi hermana, había perdido un hijo y alguien la visito en su casa y le hablaron de la salvación. Ella fue salva a los pocos días que le mataron a su hijo. Ella empezó a orar por toda la familia. A los pocos años, yo estaba pasando una situación desesperante con mi esposo. Fue un Domingo cuando mi hermana me invito a la iglesia, donde asistimos mis cuatro hijos y yo.
Al terminar el mensaje, hicieron la invitación a tomar la mejor decisión de su vida, de recibir el regalo de la salvación por medio del Señor Jesucristo. Yo pase al frente y me explicaron lo que Jesucristo, el Hijo del Dios Altísimo, había hecho por los pecadores como yo. Yo recibí a mi Señor Jesucristo como mi Salvador y acepte ese regalo que no me costó nada. Luego me preguntaron si quería identificarme con la iglesia como el primer paso de obediencia y yo acepte. Cuando subí para bautizarme, me di cuenta que mis cuatro hijos también habían sido salvos y también se querían bautizar. Ese fue un gozo muy bonito, que mis hijos y yo fuimos salvos y bautizados al mismo tiempo. El deseo de divorciarme como había planeado antes de recibir a Cristo, ya no estaba en mi mente, solo empecé a orar por mi esposo como leí en 1 Corintios 7:13,16. Yo le ore al Señor diecisiete años por mi esposo, recibió la salvación y ahora le sirve a Dios. Somos una familia muy feliz, le doy la gloria y honra a mi Señor Jesucristo. |
 Hermanos, Dios los bendiga. Mi nombre es María Luz Hernandez. Yo le doy la honra y la gloria a mi Cristo Jesús por haber rescatado mi vida cuando andaba perdida en el vicio del alcohol. En mi ignorancia, yo pensaba que los vicios me iban a ayudar a olvidar mi tristeza, amargura y soledad que yo sentía. A la edad de quince a dieciséis años, trate de quitarme la vida tras ser lastimada profundamente. Yo pensé que era la mejor decisión porque estaba confundida y triste. Tome un frasco de pastillas, pero no me paso nada, al ver que no me pude morir, tome un cuchillo y lo puse en mi estomago pero tampoco pude lograrlo. No entendía porque no podía realizar el suicidio, pero cuando me dijeron que Dios me amaba lo entendí. Yo pensé que nadie me amaba, pero cuando tome la decisión de aceptar al Señor como El Salvador de mi alma, entendí que no pude quitarme la vida porque el Señor tenía un propósito para mí. Ahora estoy casada, con dos hermosos hijos, gracias al amor y misericordia del Señor. Tengo como diez años sirviéndole al Señor, mi ministerio en la Iglesia Betesda es cubrir a las personas cuando son tocadas por el Espíritu Santo. La honra y gloria sea a mi Cristo Jesús, el Rey de Reyes y Señor de Señores. Amén. |
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